Una semana de sueños a las dos, a las tres o a las diez de la mañana... ahora son las tres cuarenta y cinco y ya me siento en cama a pensar en la rutina sabatina del día. He dormido desde las diez de la noche hasta este momento, jamás en los últimos años podía haber dormido tan profundamente desde temprano, usualmente es en la madrugada cuando caigo en sopor, pero no hoy.
Me siento más lúcida que nunca, río a solas en mi cama por las bromas de la semana y recuerdo al chico de cabello largo que pudo haber sido mío y no fue.
La lucidez en que caigo me asombra, con los audífonos bien puestos comienzo a cantar en silencio las canciones de mi vida y de Maria Antonieta, aunque no creo que ella pudiera haber bailado bajo las notas de The Cure y su canto llano.
Pienso en la borrachera, en el momento cumbre cuando todos me creen de carrera larga, eso es lo malo de verse mala, siempre están dispuestos a esperar lo peor, cuando no están echándote en cara que seas mejor. Pienso en el momento bajo a solas en el baño, viendo el teléfono, el reloj, si él estuviera aquí me acompañaría caminando a casa, ahí me aprovecharía de mi debilidad etílica y le diría la verdad, pero no.
Él no vino hoy ¿cómo iré a casa? Los hermanos parias de la desdicha y alienación me acompañan, ojála y sea así por siempre.
Las cuatro, las cinco , las seis y el sol de diciembre comienza a asomarse por la ventana sucia y oxidada. Así que así es el mundo mientras duermo de madrugada...
1 comment:
Me pregunto quién habrá sido ese muchacho que pudo haber sido tuyo y nunca fue...quizá jamás lo sepa, lo que si sé es que a el se le fue la oportunidad de su vida.
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