Sigo pensando en la casualidad y eso me aturde como no tienen idea. Me he pasado días escuchando el tema que abre Rojo de Kieslowski, y no puedo sacar de mi cabeza la idea vaga y hasta estúpida de que hay alguien allá afuera buscándome como yo a él.
Me persigue la necesidad casi obsesiva de marcarle a cierta persona que me regañó seriamente por ello, quiero hablarle pero no puedo, quiero que me llame pero no va a hacerlo, quisiera mandarle un mensaje pero sé que si responde será sólo porque tuvo que hacerlo.
Me ha dado ahora por pensar en Los Amantes del Círculo Polar: "podría contar mi vida uniendo casualidades" dijo Anna, y como ella yo también espero la "casualidad de mi vida". Esta no llega, y eso desespera, un amigo dijo hoy apenas: "lo peor de todo es que todo lo hemos tenido que buscar nosotros, nadie viene...". La casualidad entonces, ¿será ayudada por la propia voluntad? Sabemos que allá afuera hay alguien, como los Amantes del Círculo Polar, ¿habrá alguien con cuyo cordón de plata se enrede mi propio cordón de vida, que se enrosque y ruede, y se desenrede y se atore? ¿será posible? alguien ¿cómo yo? ¿totalmente opuesto pero enlazado a mí por el destino de mil vidas? ¿mis mismos gustos y aficiones, y rencores y tragedias pero trasladados a un ser masculino? ¿será que lo descubriré (o lo descubrí) cuando ya no podemos estar juntos?
¿será?
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