Saturday, June 17, 2006


Adios gata, adios

“Carpe diem, quam minimum credula postero”
(Aprovecha el día de hoy, y no pongas de ninguna manera tu fe ni tu esperanza en el día de mañana.)
Horacio

Una gata muerta yace en la calle mojada, nadie reclama su nombre, nadie llorará por ella, pobre gata, su negro pelaje manchado de lodo no fue lo suficientemente fuerte para protegerla, que frágil, que vulnerable, casi una humana.
Como me sorprende ver aquello, era un día normal, como el de ayer, como el de anteayer, no debía morir, ¿Por qué hoy? ¿Por qué no mañana o la próxima semana?
Hoy me duelen los ojos, creo que me levantaré más tarde, es difícil llorar sobre un animal muerto, no puedo recordar su voz, eso es lo que lloro cuando muere un humano, el no volver a escuchar su voz.
¿Tendría voz alguna la gata? Supongo que si, pero nunca me di el tiempo de escucharla, ¿vale la pena ahora que es tan sólo un saco de carne molida? No lo creo, no sé que podría decir un gato en semejante situación.
Tal vez si tengo que levantarme el día de hoy, alguien debe recoger el cadáver, es lo malo de tener un estomago fuerte, todos creen que un cadáver no te daña, no lo hace, pero te desgarra mentalmente, un paso más hacia allá, ¿Cuántos cadáveres tendré que ver antes de que sea yo la elegida?
No me aterra, no me enoja pero molesta, molesta como cuando te das cuenta de que tienes una fina cortada, no la vez pero ahí está, esa pequeña punzada que se siente a veces. Mejor me levantaré más tarde, la cama tibia me aprisiona, afuera el gato espera profana sepultura, detrás de las bolsas de basura del mercado donde compras vidas por esperanzas vacías, donde adquieres pequeños cadáveres de peces y trozos de bueyes por pedazos de metal sucio y percudido.
El cortejo fúnebre se inicia con mis pasos, un gato muerto, una persona viva, al menos eso creo, tu pelo negro y el mío castaño, tus pequeños gatitos maullando de hambre, ¿no los escuchas, no te duele oírlos? La fúnebre procesión termina, el mercado en plena vida, yo con un costal cargando una pequeña muerta, unas últimas palabras a los ojos amarillos que ya no se pararán en las ventanas:
“Profana sepultura a la gata sin nombre, que un dios felino te tenga en su felina gloria, que reposes en un paraíso de mullidos cobertores y ríos de leche, no tengas cuidado, cuidaré a tus hijos, cazarán ratones y comerán mariposas negras, en honor a ti, gata negra que te has ido, eras buena compañera, me abrigaste en invierno, nunca hablaste, nunca reprochaste, maullabas con tal gracia y distinción, pero es todo, es el fin, adiós costal de carne, nido de moscas adiós”

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